lunes, 11 de febrero de 2008

XIII. SOBRE LA PRIVACIÓN SENSORIAL COMO MECANISMO PARA OBTENER UNA AUTOINCULPACIÓN.


Testimonio de Rodrigo Martínez Luebert (Inculpado por “testigos” de oídas)

“Entre las 4 y 5 de la madrugada del día 30 de octubre del año 2002, llega la Comisión Civil a allanar la casa de mi mamá y las 2 cabañas que estaban en el patio trasero. Tocaron muy fuerte la puerta de mi pieza, donde estaba durmiendo con mi pareja, y cuando me levanto para preguntar quién era, patean, rompen y abren la puerta, y entran 2 personas con armas cortas gritando “dónde está el palo huevón”. Yo duermo desnudo y así mismo me empezaron a interrogar. Luego empezaron a registrar la pieza, a botar la ropa de los clósets, desordenaron la cama, sacaron el colchón. Con mi pareja estábamos parados mientras uno nos apuntaba las cabezas con su arma y el otro registraba. Había dos más que entraban y salían de la pieza. Uno de ellos quedó impresionado al ver mis trofeos y fotos deportivas, incluso me preguntó por ellas.


Nos dejaron en el living y ellos estaban esperando unas llamadas por celular. Nosotros seguíamos preguntando qué era lo que pasaba, que por qué nos tenían ahí y quiénes eran ellos, ya que nunca se identificaron, sólo dijeron que eran policías.

Andaban fuertemente armados, con chalecos antibalas y linternas. Aproximadamente 30 ó 40 minutos después, uno de ellos, el más bajo de todo, que andaba a cargo del grupo, recibió una llamada y dijo “ya estamos listos” y llegan dos camionetas.

Nos formaron en fila india, nos esposaron y nos subieron a las camionetas. Antes de que me cubrieran el rostro, vi que a mi hermano Marcos y a mí nos subían a una camioneta blanca y en la otra subían a mi pareja, Paola y a Yéssica.

Nos paran uno en cada extremo de la pieza mirando la pared. Estuvimos así aproximadamente 4 horas. Nos despojaron de todas nuestras pertenencias, por lo que perdimos la noción del tiempo.

Luego se llevan a Marcos y como 20 minutos después vuelven con él y me llevan a mí a otra dependencia fuera de esa casa y me conducen por unos pasillos con el rostro cubierto prohibiéndome mirar.

En el interrogatorio, había aprox. 4 personas. Me sentaron en una silla con una luz blanca en el rostro y al frente mío había un tipo de barba que era el que me interrogaba. Estaban grabando todo. El tipo de barba me decía que confesara que yo había tenido problemas con un tipo, que contara qué había pasado en la madrugada del domingo. Yo le insistía que no sabía de qué hablaba y que no sabía por qué estaba ahí.

Entonces el tipo le decía a otro que parara la grabación y me golpeaba el pecho diciéndome “soy porfiao concha de tu madre, te estoy diciendo que tuviste un problema”, y yo les seguía diciendo que no sabía de qué problema me hablaban.

Esto se repitió varias veces. Me golpeaban la silla y me pegaban en la cabeza dos personas que yo sentía que estaban atrás de mí. Me decían “así es que eres duro huevón” y me colocaban una bolsa nylon en la cabeza, hasta que me sofocaba y ahí me la sacaban. Las personas de atrás seguían golpeando las sillas y cuando yo trataba de mirar para atrás me golpeaban y me decían “no me mirís concha de tu madre”. Luego entra otra persona al que yo reconozco como el capitán Valenzuela y él comienza a interrogarme.

Me pregunta qué había hecho la noche del sábado y domingo. Yo ni siquiera sabía de qué fecha estaban hablando así es que le dije que los días sábado me acostaba temprano porque los domingo en la mañana salía temprano a mis carreras de ciclismo. Le conté con todos los detalles lo que hacía y él queda mirando a los otros y les dice “saben qué más este huevón no tiene idea de nada, sáquenlo de aquí” pero el tipo de barba insiste y le dice “este huevón es”. De pronto Valenzuela me queda mirando y me dice “y andai hasta con el mismo buzo caradura” y yo le dije que qué tenía mi buzo, que me lo había regalado mi mamá. Después se retira dándoles una mirada de desprecio.

Una vez en la habitación nos hacen arrodillarnos con la cara hacia la pared, ya era tarde. Fueron varios interrogatorios de este tipo. Todo ese tiempo nos tuvieron sin comida, sin agua, sin poder mirarnos con mi hermano, amenazándonos con golpes e insultos.

En otro interrogatorio, llega el policía chico, el que estaba a cargo, y me empieza a decir que lleguemos a un arreglo, por que si yo confesaba él podría llevar a mi madre que estaba en otro sector con taquicardia al hospital, porque ella ya había confesado que yo había sido. Todo a modo de presionar una confesión falsa, ya que todavía yo no entendía porqué me tenían ahí, así es que les dije que ya era suficiente de tanto abuso, que no firmaría nada y que si le pasaba algo a mi madre sería culpa de ellos, que no me iban a intimidar con eso.

Al ver mi negativa, me dijo que mejor confesara porque o sino donde me viera me iba a cargar con droga y que igual me iba a llevar preso. Después nos sacan nuevamente y nos llevan al cuartel donde nos juntan a todos, mi hermano, Sergio, Claudio (DJ) y yo, intercalando un carabinero entre cada uno, porque según ellos tenían un testigo que nos iba a reconocer.

A esas alturas ya no sabía qué día ni qué hora era. Me vuelven a golpear y a amenazar, me llevaban declaraciones hechas por ellos para que yo firme. Siempre me negué. Nos hacen arrodillarnos nuevamente, y yo siento que en la pieza de al lado encienden una tele, ahí pude orientarme un poco porque escuché que era la novela de la tarde.

A la hora que terminaron las noticias, mi hermano se pone a llorar y les pide sentarse porque le duele la cadera (él es operado de las caderas por un accidente que tuvo). Le decían “herís llorón guatón culiao” y después le dijeron que lo dejaban sentarse si les daba información. Él les decía que no sabía nada pero que le habían contado que el DJ acostumbraba a golpear a los clientes en el local de mi mamá. Todos se largaron a reír y le dijeron que siga arrodillado nomás. Mi hermano les imploraba que no podía estar más así, y ahí le dijeron que se siente en el piso.

Yo seguía arrodillado, cuando sentí que terminó la segunda película después de las noticias, ya estaba tan cansado que apoyé mi cabeza en la pared. Cuando se dieron cuenta me fueron a patear y a decirme “qué te creí que estáis en tu casa huevón” y me separaron como 50 cms de la pared para que no me pudiera apoyar. Yo ya sentía adormecido mi cuerpo de las axilas hacia abajo, transpiraba entero y me sentía muy mal.

Toda mi atención estaba centrada en la tele para ubicarme en el tiempo y saber más o menos qué hora era. En eso me desplomé y me caí, inclusive un carabinero de uniforme al que habían dejado ahí para que me cuide, me hizo un gesto de lástima. Con el golpe llegan 2 de la comisión y me empezaron a patear porque me había caído y yo les decía que me peguen nomás total ya no sentía nada. Entre los dos trataban de pararme y al escuchar el alboroto entra otro y les dice “corten el hueveo si ese cabro ya no puede más”. Todo eso sin dormir. Se apagó la tele, así es que volví a perder la noción del tiempo.

Me dicen que me siente en el piso, sin dejarnos tranquilos y cuando veían que nos estábamos quedando dormidos, tiraban bandejas y esposas al piso, para despertarnos. No sé cuánto rato después me dicen que confiese que había hecho algo, ya no les importaba qué, sólo que había matado a alguien.
Yo les había dicho que no hablaría más hasta que llegara alguien que me protegiese porque ya era demasiado el abuso. Era de madrugada y teníamos mucho frío, sueño, hambre y sed. Yo estaba con la misma polera mojada.

Se sienten movimientos y nos pasan un cobertor a cada uno para abrigarnos. Luego nos empiezan a ofrecer comida, café, bebidas porque según lo que hablaban tenían que cambiar nuestra apariencia para llevarnos al hospital a constatar lesiones. Nos llevan al hospital y según el parte médico dice que no habían lesiones, pero el examen médico sólo consistió en levantarnos la polera y tomar la presión.

Nos vuelven a Beauchef y nos dicen que nos arreglemos para ir a Tribunales, por primera vez nos dejan pasar al baño y lavarnos. Nos sacaron esposados, nos subieron a una micro y lo último que nos dijo el policía chico fue que no dijésemos nada de los que nos habían hecho porque nos iría muy mal si lo hacíamos.

Nos pasean por Picarte con radiopatrullas, motos y haciendo sonar las sirenas hasta Tribunales. Ahí me di cuenta que mi mamá y Sergio estaban detenidos igual que yo”…


La Privación Sensorial:

La privación sensorial es un mecanismo de tortura orientado a “quebrar” "La privación de estímulos induce a una regresión; al privar la mente del sujeto del contacto con el mundo exterior lo obliga a sumirse dentro de sí mismo. Al mismo tiempo, la calculada provisión de estímulo durante el interrogatorio tiende a hacer que un sujeto que sufre regresión vea al interrogador como una “figura paterna". Eso proviene de Interrogatorio de contrainteligencia de Kubark, un desclasificado manual de la CIA para interrogar "fuentes renuentes", de 1963.

La privación sensorial es la restricción total o parcial de estímulos de uno o más de los sentidos. Instrumentos simples como vendajes en los ojos o capuchas y orejeras de protección acústica pueden bloquear la visión y la audición respectivamente, mientras instrumentos más complejos pueden también bloquear el sentido del olfato, tacto, gusto la termorecepción o termocepción (percepción de la temperatura) y la "gravedad".
La tortura se define en la Convención de la ONU contra la Tortura como todo acto por el cual se inflijan intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella información o una confesión, de castigarla o de intimidarla.
No se puede establecer una distinción clara entre los tratos que constituyen tortura y los que constituyen trato cruel, inhumano o degradante (malos tratos), pero desde un punto de vista práctico tal distinción no tiene importancia, ya que el derecho internacional prohíbe de manera terminante todas las formas de tortura y malos tratos. Además, no es simplemente una cuestión de derecho: la prohibición jurídica universal está basada en el consenso filosófico universal de que la tortura y los malos tratos son prácticas repugnantes, horrendas e inmorales.
Puesto que la tortura y los malos tratos están prohibidos siempre y en todas partes, todos los gobiernos deben condenarlos públicamente y en los más enérgicos términos y tomar medidas prácticas para no permitir jamás que ocurran en sus propios territorios ni fuera de ellos. Deben también poner a disposición judicial, para que sean sometidos a un juicio justo, a quienes cometan actos de tortura o malos tratos o participen en ellos.
La privación del sueño, las técnicas de "estrés y padecimiento" y cualquier otro medio de coacción "menor" utilizado para obligar a personas detenidas a revelar información están incluidos en la prohibición jurídica internacional de los tratos crueles, inhumanos y degradantes. También es trato cruel vencer la resistencia de una persona causándole confusión y desorientación, como hacen la privación del sueño; la privación sensorial, incluida la reclusión en celdas oscuras; el uso de capuchas; la sobrecarga sensorial, por medio, por ejemplo, de ruidos estridentes; el sometimiento de la persona a grados extremos de calor o frío, y las posturas tensas.
Se ha demostrado que este tipo de medidas, aunque no dejen marcas físicas, causan daños mentales, que pueden durar años e incluso no desaparecer jamás del todo. La privación del sueño causa problemas cognitivos, como disminución de la atención, la memoria y las facultades de razonamiento, comunicación verbal y toma de decisiones. Asimismo, el aislamiento por largos periodos puede tener efectos especialmente devastadores, como incapacidad de pensar o de centrar la atención, desorientación, alucinaciones, depresión y otros problemas graves de salud mental, incluidos episodios de autolesión e intentos de suicidio.
El efecto de tales medidas suele ser acumulativo. Por ejemplo, privar a una persona de 15 minutos de sueño puede producir simplemente irritación, pero se ha demostrado que hacerlo durante mucho tiempo causa daños psicológicos graves y muy duraderos.
Lo mismo ocurre con las posturas tensas y la privación sensorial. Si tales medidas se utilizan conjuntamente y durante un largo periodo, la acumulación, de métodos y de duración, es doble. Si se tortura o maltrata a las personas para obtener información de ellas, algunas hablarán; otras, no. De las que hablen, muchas dirán cualquier cosa para que acabe su sufrimiento –verdades, mentiras o medias verdades–. A lo largo de la historia se ha torturado a personas para que confesaran su religión, brujería o delitos que no habían cometido. Otras personas se han negado a hablar, e incluso han muerto negándose a hacerlo.

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