Por tanto para las partes que se sienten víctimas de falsos testimonios no es fácil demostrar que alguien miente a sabiendas de que está mintiendo, con desprecio a la verdad, y claro perjuicio para las víctimas de la mentira.
Falsos testigos. La pregunta no es si existen, sino que porque existen. Respecto a esto, constan innumerables artículos y estudios sobre gente que miente al momento de prestar declaración judicial y extrajudicial.
El testigo de oídas sin prueba incriminante, ni prueba validante o no es, ni será nunca, bajo ningún concepto, argumento judicial para destruir el estado jurídico de inocencia del que goza toda persona sometida a proceso penal. El pronunciamiento condenatorio o veredicto de culpabilidad sólo se ajusta a derecho cuando es emitido por un juez, luego de concluido el juicio. Por tanto no se aceptará tratar a personas como delincuentes después y mucho menos antes de concluida la investigación delictual, para el establecimiento de responsabilidad antijurídica.
Los Falsos testigos “dueños” de la mentira o del falso testimonio, denuncian un delito que en realidad no ha existido, ofreciendo una doble modalidad:
Los simuladores o los que actúan conscientemente, poniendo en marcha el proceso con el fin de provocar un error judicial.
Simuladores de primera generación o los que mienten debido a intereses personales.
Simuladores de segunda generación o los que mienten inducidos y/o preparados por un tercero con autoría intelectual.
Los imaginarios, que creen erróneamente (por causas psicológicas, o por inmadurez psíquica) haber sufrido o presenciado un acto criminal.
En este caso en particular las acusaciones en contra de 4 personas son tan absurdas e incoherentes, que quedan automáticamente invalidadas. Falsas acusaciones formuladas por personalidades proclives a mentir y a engañar por un lado y dañar con malignidad por otro. (Estilo de vida delictual y/o marginal)
La literatura psiquiátrico forense describe tres personalidades psicopáticas inclinadas a esta clase de imputaciones:
· La histérica, que gusta de la teatralidad y de constituir el centro de atención, en razón de su vanidad.
· La mitómana, reina de la fábula, que se deleita, entre otras cosas, con las falsos testimonios donde ella cumple un rol protagónico en la resolución de un hecho investigativo.
· La perversa, plena de deseo destructivo en cualquiera de sus formas, que goza con el anónimo ruin, el comentario solapado y ponzoñoso, la denuncia viperina y mendaz o por inducción al débil mental.
El perverso-mitómano actúa esencialmente con malignidad, formulando falsas acusaciones y denuncias movido por su odio, despecho, celos o venganza o simplemente por el placer o diversión que le produce hacer el mal en otros.
Cuando el discurso está sustentado en creencias o convicciones anormales, firmes y tenaces de contenido absurdo o ilógico, y tal vivencia de certeza resulta incorregible por la experiencia, estaríamos en el terreno de la patología delirante o de la inducción maliciosa o con alevosía por parte de un tercero.
Existen por supuesto todos los grados de insinceridad imaginables. Desde el débil mental responsable de exageraciones y perseveraciones grotescas, hasta sujetos inteligentes, calculadores, astutos y prudentes cuyo sentido utilitario o su finalidad son difíciles de desenmascarar.En este caso en particular el elemento que constituye mayor controversia es el referente al “agente provocador”, esto es, el sujeto, generalmente perteneciente a la policía, que incita a otro a cometer un delito, con el fin de obtener pruebas para su detención y posterior enjuiciamiento penal.
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